Una cuestión de tamaño

sábado, 1 de octubre de 2011

Cíclico

Tantas vueltas alrededor del mismo tema, para al final darte cuenta de que esto solo podía terminar así, que lo recurrente de tus errores ni siquiera podría legitimarlos. Entonces, mientras el día se apaga y te encontrás otra vez solo, fumando como un tarado frente a esa pantalla muda, volvés a preguntarte si tantas mentiras no son más de lo mismo, otra forma de disfrazar tu enorme inseguridad y el vacío que te está carcomiendo. Y lamentás los errores del pasado, pero no tenés los huevos suficientes como para tratar de revertirlos, pero tal vez... tal vez ella también esté del otro lado de esa pantalla muda, reprochándose no haberte buscado, fumando como una tarada y esperando que el silencio se rompa. Pero no; no le hablás; estás convencido, en el fondo, de que no mereces ser feliz.

SL

Algún día

Ya, algún día, mañana o en treinta años, cuando vos estés entrando tu auto a tu garaje y tu esposo te esté mirando por la ventana y vos vuelvas del trabajo y tus hijos te estén esperando adentro de tu casa y pienses que qué bueno pero qué cansada estoy, cómo se me ha pasado la vida, yo capaz que te voy a estar esperando en la puerta de tu casa y te voy a contar. Entonces vos vas a entender algo más y vas a llorar, y yo voy a llorar, y te voy a saludar y me voy a ir y al día siguiente nos vamos a juntar a tomar un café porque vamos a seguir siendo muy buenos amigos, aunque siga habiendo temas de los que apenas hablamos y miedos que no queremos resolver.

FV