Una cuestión de tamaño

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lunes, 17 de septiembre de 2012

Viento


Suárez en bajada. Vos doblando la esquina, casi entrando como a los tumbos a una Juan Carlos Blanco pletórica de silencio, de calle pelada. El viento se mete contigo y te revoluciona todo. Yo te miro. Vos intentás sacártelo de encima con desesperaciones de brazo. Yo te sigo mirando desde la vereda de enfrente. Me gusta tanto. Ahora una hoja se te queda enganchada en la capucha de tu campera. Cruzo la calle despacio, con la determinación de sacarte la hoja. Y entonces, de golpe, yo también soy vos y camino por donde vos caminás, y el auto, la frenada explosiva y las huellas humeantes en plena Juan Carlos Blanco ya no me importan, porque ahora sí puedo ser vos y caminar en tus pasos y estar ahí como si siempre hubiera estado. Como si ya no supieras.
FV

sábado, 17 de diciembre de 2011

Mis primeras lecturas

Empecé a interesarme por la literatura cuando tenía trece o catorce años. A la noche le pedía los libros a mi padre, los llevaba para mi cuarto, los sacaba de sus forros de nailon y los dejaba apilados sobre el escritorio. Me sentaba en una silla enclenque frente a la pila. Tomaba dos o tres tragos de limonada con hielo. Limpiaba los lentes. En general, me acordaba de que la persiana estaba alta cuando ya me había acomodado, así que, con gran malhumor, me levantaba, la bajaba y volvía a mi silla enclenque. Entonces sí: la puerta ya cerrada, aislado del mundo, recién cenado y ávido de todos los libros, rompía la pila, los esparcía sin ceremonias sobre el escritorio, los ordenaba por tamaño y empezaba a olerlos. Página por página, cada una con su perfume.

FV

sábado, 1 de octubre de 2011

Algún día

Ya, algún día, mañana o en treinta años, cuando vos estés entrando tu auto a tu garaje y tu esposo te esté mirando por la ventana y vos vuelvas del trabajo y tus hijos te estén esperando adentro de tu casa y pienses que qué bueno pero qué cansada estoy, cómo se me ha pasado la vida, yo capaz que te voy a estar esperando en la puerta de tu casa y te voy a contar. Entonces vos vas a entender algo más y vas a llorar, y yo voy a llorar, y te voy a saludar y me voy a ir y al día siguiente nos vamos a juntar a tomar un café porque vamos a seguir siendo muy buenos amigos, aunque siga habiendo temas de los que apenas hablamos y miedos que no queremos resolver.

FV

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Ingenua

—No seas ingenua, querés. Claro que te estoy escuchando.
—Y por qué no contestás.
—Porque me quiero hacer el interesante, el que estoy en la mía, el difícil.
—Pero no te sale, boludo.
—Ya sé, mija. ¿Vos pensás que yo no...?
—¿Y entonces? Pero qué pelotudo...
—¿...me doy cuenta de que vos te das cuenta?
—Pelotudo, pelotudo, ¡pelotudo!
—A mí no me insultés, porque yo no te insulté.
—¡¡¡PELOTUDO DE MIERDA!!!
—La reputa que te parió, ¿sos boluda?
—¿Y vos, pétalo de pajero?

Él tiene más fuerza y la quiere matar.
Piensa que es injusto, que es terrible, que es demasiado fácil.
Ella agarró un cuchillo y ahora se lo clava en el cuello.
Piensa que qué horror, que mirá lo que hice, dios.
Los dos se mueren.
Se mueren, se mueren, se mueren, se mueren.
Se mueren.

FV

Apariciones

pensé en mí. pensé en tiempo. pensé en cosas que se pierden. pensé en cosas que, aunque están ahí, no están, y también pensé en que si hoy no están, no van a estar nunca. pensé en las baldosas (siempre pienso en las baldosas). pensé en el asfalto. pensé en el gris del asfalto. y volví a pensar en el asfalto, en cómo me destroza los pies, en cómo me gasta los huesos, en cómo me hace así la cabeza, en cómo quisiera que no estuviera, en cómo siempre me elimina. pensé en apariciones. pensé en teclas, en letras, en puños, pensé en películas, en hombres, en niños, en mujeres, en viejos, y después de pensar en todo eso se me ocurrió que era tiempo de volver a pensar en mí. así que volví a pensar en mí.

FV

viernes, 23 de septiembre de 2011

Lógica nueva

Mi vida está entrando en una lógica 140 Palabras. Si voy al cine, escucho las primeras 140 palabras que los actores, directores o guionistas tienen para decir y me voy. Si en ese lapso no dijeron nada importante, probablemente no digan nada importante en las dos horas siguientes. Si empiezo un libro de autoayuda y en las primeras 140 palabras no siento que ya me haya ayudado, lo cierro igual que como lo abrí –sin emoción, sin exaltamiento del alma– y lo tiro. Con las novelas no es lo mismo. Ahí los autores tienen más licencia. Para esos casos, mis parámetros indican que puedo continuar la lectura si en las primeras 140 palabras me plantan la certeza de lo que voy a leer después es necesario. Por ahora nunca funcionó. Así sigo, entonces; creído de mis 140.

FV

jueves, 22 de septiembre de 2011

Rata

El día que empiece a entender que yo no puedo haber sido eso –que jamás a nadie se le hubiera ocurrido ni se le va a ocurrir pensar que yo pude, en algún momento de mi vida, haber sido eso, y que lo único que soy ahora y fui desde el primero de mis tiempos es una ratita violácea recontrapodrida– voy a haber aprendido algo valioso en esta mi recontrarreputa vida y voy a haber captado el mensaje y lo voy a haber asimilado como dios manda y me lo voy a haber pasado bien por el medio del orto, como siempre me han dicho que debo hacer cuando algo me demuestre cuán humano soy, porque parece que el orto es el lugar donde los milagros ocurren, así que aquí está la bala, señores. No mojen la pólvora.

FV

domingo, 4 de septiembre de 2011

Domingo

No importa si es verano. Una hoja se suelta de una rama y empieza a volar por encima de las casas y de las nubes que no están. Planea sola entre los idiomas tóxicos de los pájaros que se la quieren comer. Hoy los colores del arcoíris son botas húmedas golpeando el asfalto en los pies de una señora mayor y cabizbaja. La hoja quiere estar lejos de eso. Ella ve cómo el naranja es la baldosa suelta y el azul el agua contaminada debajo de la baldosa. Quiere huir cuanto antes de esa plaga horrible. Trepa de a poco por el cristal que recubre el planeta hasta que, a lo lejos, ve una salida. Se agita enseguida. Hace planes. Toma impulso. Quiere salir. Quiere salir ya. Pero el fuego es más fuerte. La hoja se despedaza. Cae.


FV

sábado, 27 de agosto de 2011

Algo

No sé qué escribir. Me cuesta. Me cuesta mucho. Sudo. Me esfuerzo. No me sale nada. Escribo y tiro. A esta altura es casi lo mismo escribir que tirar. No tengo ganas de escribir. Tengo sueño. Tengo el cuerpo cansado. Los párpados flojos. La vanidad oculta. No quiero escribir. No quiero que me obliguen a escribir ni quiero obligarme a mí mismo. Tengo que poder decirme no. Convencerme de que hay momentos y momentos, y que este no es uno de ellos. Debería ser un poco más fácil. ¿Qué me complica? Algo. Algo que lo complica todo y no se deja ver. Algo frágil y poderoso. Intrincado; medusa bamboleante, cerco móvil. Quiero y no. Antes sí. Ahora no sé. Vos sabés pero no me decís. Las cosas. Soy esto. Vos sabés. No jodas más. Andá a dormir. Dale.


FV

martes, 16 de agosto de 2011

Julian Assange [1971 - ]

Ahí está: escabulléndose. Tú lo ves y no. Nadie diría que este hombre es una amenaza. Ni siquiera es seguro decir que sea un hombre. Todos lo miramos raro. Algunos, por supuesto, lo quieren matar. Otros no se quedan en el quiero y ya pasaron al busco. Otros lo admiran y otros solo lo odian. Él no aparece por ningún lado, obvio. No al menos claramente. Su esencia le dicta razones y él cumple. Algo lo domina, y él se deja dominar. Algo que por ahora no parece ser carne o alma o viento. Algo simple; acaso desconcertante. Un día, Julián —Juliancito, le diría su abuela— se va a levantar en cualquiera sea la selva en la que ahora está acampando y va a pensar que nada de lo que hizo valió la pena.


FV

miércoles, 27 de julio de 2011

Adolf Hitler [1889-1945]

Porque el día que ganaron los malos también hubo fiestas, y juegos, y tortas, y licores, y colchones, y lágrimas, y sonrisas, y alegría, y pasmo, y humedad, y peleas, y reconciliaciones. Como no son tan distintos a nosotros, cuando ellos ganan también gritan, y cantan, y se abrazan, y se jactan, y se acuerdan, y dicen mejor no, y después sí, y encuentran, y exageran. Porque cuando ellos ganan nosotros perdemos, y nos hundimos, y nos desesperamos, y decimos no puede ser, y que nada es justo, y que no es posible que nada sea justo en este mundo. Porque el día que ellos ganaron nosotros estábamos llorando, y los pañuelos y todo eso. Porque el día que nosotros ganemos ellos van a estar igual, y a nadie le va a importar nada. Ni un poquito.


FV

martes, 19 de julio de 2011

Seropositivo

Seropositivo. Seropositivo asqueante. Grotesco, inerte, desesperante seropositivo. Locura del infierno llano. Llamas, ciervos, merengue fundido y espuma y barro caliente. Hojas semiabiertas, descompuestas en vano. Oraciones sin verbo, ínfulas gigantes sin azúcar ni nada. Una televisión entristecida por el humor tibio de un cuerpo muerto en estado de reposo animal. Terribles sillas pequeñas. Arcos y flechas enviadas sin dirección. Correspondencia enmohecida, todavía desgastada. Cráneos que no piensan, acaso flores sobresalientes o espigas dobladas. Nada aquí. Todo en otras partes de allá o allí. Pasta sin textura. Textura sin curvas. Letras vivas en papel muerto; leche. Sienes bermejas tapadas, libérrimas, traición. Finales de cuentos perdidos en líneas de tiempo imposibles. Catástrofe natural en el ojo del huracán. Plasma y células desterradas de campos viciosos. Temas de conversación alrededor de una mesa de caoba y un pan de pita roto.


FV

domingo, 17 de julio de 2011

Hablemos de ponis

Tiene nueve años recién cumplidos. Por eso nos pide lo que nos pide. Que paremos de hablar de eso. Que no le gusta. Que prefiere hablar de otra cosa. No de muerte.

—Hablemos de ponis—, dice.

"Hablemos de ponis." Impecable. No del comerciante muerto ni de Suárez, al que acaban de “bajar” por vez número mil.

Hablemos de ponis. No de caballos, yeguas o toros. De ponis. Sin más. Con naturalidad. Como si fuera el tema central. Como si fuera fácil. Olvidemos que no sabemos nada sobre el asunto o que nos importa demasiado poco como para pensar mucho en ellos.

"Hablemos de ponis", dice el nene. Y hay que obedecer. Así que, bizcochos, pascualina, figazza y mate de por medio, con el nene esperando por nosotros, seguimos mirando el partido y no hablamos de ponis.


FV

miércoles, 13 de julio de 2011

Cangrejos en el río

Hay veces en que uno no sabe a dónde quiere llegar pero igual empieza. Como estoy haciendo ahora. Aunque tal vez sí sepa a dónde quiero llegar. Lo único que sé, en este momento, es que tengo que llegar a las 140. Y lo voy a hacer. Porque las letras siempre sobran, aunque las ideas sean cangrejos en el río. Porque son nobles y porque se potencian. Porque saben que hieren, y son inteligentes. Porque a nadie le cuesta demasiado llegar a 140. Es como tener un auto nuevo y acelerar; uno llega a 140 con naturalidad, e incluso se pasa y llega a 200. Pero yo no me paso, no. ¡Qué esperanza! Como si no supiera contar palabras. Como si no tuviese un programa que lo hace por mí sin que tenga que pedírselo.


FV

martes, 5 de julio de 2011

Gorda

Tengo la carne gorda; insensible al tacto, repulsiva a la mirada, deformada, con agujeros donde no debería haberlos, con llanura donde no debería haberla, siempre lista para recibir el trato que no recibe porque nadie la necesita, porque todos encuentran siempre carne mejor que la mía, que es así de roja y así de prescindible, y que no provoca ni asusta sino que solo pasa y se aleja y no vuelve, porque mi carne no es mi carne, al menos no la carne que yo recuerdo haber tenido cuando creía que mi carne era así de hermosa y apetecible, no como ahora, no como esta densidad apenas manipulable que llevo a todas partes y que preferiríamos que no llevara porque entonces el mundo sería un lugar más digno de ser vivido.

Yo sigo con mi carne a cuestas.


FV

domingo, 3 de julio de 2011

Yo dije

La leo en un libro: “¿Quién dijo que todo está perdido?”
Qué asco, por dios.
¿Qué clase de persona hay que ser para hacer esa pregunta?
Viene acompañada por una misiva de unos pocos párrafos que habla de compañía, cariño y de la necesidad que sienten algunos seres humanos por otros.
Más asco. Todo junto.
No entiendo cómo alguien puede preguntar eso. Eso que es tan obvio.
En realidad, no entiendo cómo alguien puede preguntarse eso.
Es como si yo te preguntara a vos: “¿Quién dijo que hoy está soleado?” Probablemente, con gentileza me dirías que lo único que tengo que hacer es sacar mi puta cabeza para afuera y comprobarlo por mí mismo.
Señor sin dignidad que hace preguntas tontas: saque la cabeza para afuera. Si no le alcanza, yo se lo digo.
Todo está perdido.


FV

viernes, 1 de julio de 2011

Obediente

Es precisamente ahora, mientras me pedís que por favor me apure —y me decís que no aguantás más, que querés entrar ya y terminar con el dolor este que no sabés soportar—, cuando siento más ganas de no hacerte caso y obligarte a esperar allí afuera. Es justamente ahora que siento que me muero si no te tengo a mi merced durante dos, tres minutos más, si no te imagino con los dedos congelados de un odio deformado, con el orto abierto, con las ganas de entrar intactas y sin embargo en silencio, tan sepulcral y obediente como siempre has sido. Perdoname. Perdoname pero necesito verte sufrir, lagrimear, gritar, excusarte conmigo como si fuera un dictador o un cerdo, inventar historias para que yo, en mi vanidad, te tome, por una vez y para siempre, en cuenta.


FV

Soy un tipo querible

La primera vez que conozco a una persona trato de caerle lo peor que puedo. Hablo cuando está hablando; si me hace una pregunta miro para otro lado; si me pide algo le digo que sí y después nada. Esta es la mejor forma de poder caerle bien de verdad, sin caretas. Es la posssta. Tengo que dominar el ejercicio de caer mal para ser un brillante maestro en la artesanía de caer bien. Tengo que navegar en los destellos de la peor de las tormentas humanas para aterrizar en el pasto apenas húmedo de la confianza y tirarme a descansar en el camino sin retorno de las amistades firmes y duraderas, que en mi caso se cuentan en decenas porque logro llegar a ser un tipo absolutamente querible. Sentate y escuchá. Valgo la pena.


FV

miércoles, 29 de junio de 2011

Habitante

Si te digo que te quiero y no me creés aunque insista; si me desgarro los ropajes y cuelgo los sombreros y saco la basura y pinto las habitaciones de azul y te habito sin que te des cuenta.

Si te encuentro mientras te distraés escribiendo tratados que te ayuden a no encontrarte; si sos lo que busco y lo que se me escapa; si sos eso que me siembra en los dedos este terror genuino de saberte inmóvil y acechante.

Si por las dudas cubro mis espaldas con cáscaras de naranja; si la esperanza hace que me desgarre los ropajes y cuelgue los sombreros y saque la basura y pinte las habitaciones de azul y te habite sin que te des cuenta, es porque estás ahí y no me ves, no me olés, no me sabés habitar.


FV

martes, 28 de junio de 2011

La compro a ella

—Por mil es tuya.
—No tengo mil.
—Podés pagarla en tres, seis o doce cuotas.
—No tengo tarjeta.
—Podés pedirle a algún conocido, algún amigo…
—…No tengo amigos…
—…Algún familiar, alguien del trabajo…
—…No tengo familia; no trabajo…
—…Alguna comunidad o asociación en la que estés inscripto…
—…No estoy inscripto en ninguna comunidad ni asociación ni nada.
—También ofrecemos nuestros productos por canje, pero para eso precisamos una garantía…
—…No tengo nada para poner como garantía.
—Podríamos hablar con el gerente para que la pagues con trabajo…
—…No tengo tiempo.
—¿Alguna propiedad? ¿Empresa, casa, auto? ¿Una herencia?
—¿Sos pelotudo?
—…
—¿Sos pelotudo?
—…
—¿No entendés que no tengo nada para darte, hermano?
—Está bien; está bien. Tranquilo. Olvidate de los mil. Te lo rebajamos a uno, cerramos el trato y te la llevás.
—No llego.


FV