Es precisamente ahora, mientras me pedís que por favor me apure —y me decís que no aguantás más, que querés entrar ya y terminar con el dolor este que no sabés soportar—, cuando siento más ganas de no hacerte caso y obligarte a esperar allí afuera. Es justamente ahora que siento que me muero si no te tengo a mi merced durante dos, tres minutos más, si no te imagino con los dedos congelados de un odio deformado, con el orto abierto, con las ganas de entrar intactas y sin embargo en silencio, tan sepulcral y obediente como siempre has sido. Perdoname. Perdoname pero necesito verte sufrir, lagrimear, gritar, excusarte conmigo como si fuera un dictador o un cerdo, inventar historias para que yo, en mi vanidad, te tome, por una vez y para siempre, en cuenta.
FV
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sólo se publican comentarios que hayan sido firmados.