Una cuestión de tamaño

martes, 31 de mayo de 2011

Arrastrando los suelos

En una colina corren ocho enanitos. Tienen una espada, una cuchara, un tenedor, una tolla, un fósforo, un celular, un espejo y un plato bastante grande. Además, tienen una forma extraña. No parecen enanos. No parecen.

Son ocho enanitos que no parecen estar subiendo una colina. Cuando llegan a la cima, ven un gigantesco y enorme mar azul. ¡Impresionante!

Bajan la colina apuntando con el alma y los pies al agua. No ven más que lo que tienen para ver. No quieren ver más lejos solo porque no dejan de apuntar con la mirada al mismo lugar.

Llegan a la orilla, se mojan los pies y sienten el agua fría.

No se meten del todo que ya tienen la mirada en la ola que viene. Los ocho enanitos corren hacia la colina. Más y más mojados.


RS

lunes, 30 de mayo de 2011

Noticias de emergencia

Me acuerdo de que cuando se cumplieron los primeros cinco años de la llamada que había llegado mientras comíamos tallarines con tuco recalentado, a papá se le ocurrió poner un anuncio en el diario. Escribió los datos más relevantes que se le ocurrieron sobre la muerte de mamá y desafió al que quisiera a que descubriera quién la había matado. Las respuestas no tardaron en llegar. Nuestro teléfono empezó a sonar como nunca y él anotaba en un cuadernito cada solución que le proponían. Recién cuando llegaba la noche y nos sentábamos a hablar lo volvía a abrir y leía todas las soluciones para que las discutiéramos juntos y tratáramos de llegar a alguna conclusión posible. Es por esos días que nos debe haber llegado la noticia de que mamá se había muerto por segunda vez.


FV

domingo, 29 de mayo de 2011

Lo lamento

Hola. Vine a buscar mis cosas. ¿Tenés algo mío?
—¿Eh? ¿Cómo que a buscar tus cosas? No entiendo.

—Que vine a buscar mis cosas. No me interesa verte nunca más, ni a ningún otro. Quiero estar solo el resto de mi vida.
—Pero ¿qué carajo pasa? ¿Qué te hicimos?

—No es cuestión de decir el qué y no cambia mi vida explicar por qué tomo cada decisión. Es definitivo.
—Es obvio que algo pasó. No seas boludo. ¿Te vas a ir así como si nada y diciéndome eso? ¿Qué se supone que les digo? ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Decirte chau con naturalidad?

—La verdad es que no vine pensando qué iba a pasarle a ustedes ni me interesa ahora. Espero no vuelva a pasarles esto con nadie. Si no tenés nada mío, me voy.


RS

sábado, 28 de mayo de 2011

p.d.:

Es difícil de explicar lo que a vos, hoja, te voy a confesar. Es difícil de escribir porque es algo que cuesta vivir.

Yo sé que la vida pasa y las cosas no vuelven atrás, pero el tiempo no entiende ya que mi vida está por cambiar.

Que las cosas que yo viví ahora parecen no existir.

Sin embargo estoy seguro de que nada tanto puede cambiar y de que por más fuerte que lo intenten nadie a mí me va a manejar.

Yo sé que esto no es nada comparado a lo demás, esas cosas que la vida siempre nos hace notar.

Estoy pensando que las cosas parecen doblar hacia una calle oscura que no dejan notar.

Aunque las cosas parezcan distintas, la esencia es lo que hay.

Es fácil poder llenar un sentimiento sin intentar pensar.


RS

viernes, 27 de mayo de 2011

Hueco

Entró entonces al cuarto y enseguida supo que no le habían mentido. El hueco estaba ahí, a la entrada, tan abierto, y él que no había creído que algo semejante pudiera ser cierto. Él que, en realidad, nada había pensado que pudiera ser cierto en su planeta de constelaciones medio quebradizas, tenía ahora este regalo venido justo en el centro de su noche de puños. Entornó la puerta y se sentó en el primer centímetro de piso que vio. El hueco seguía ahí y siguió ahí y siguió más todavía, hasta que él no supo cómo hacer para no cerrar los ojos, para estirar un rato más esa promesa que no se veía allá dentro del hueco pero que estaba, carajo que estaba.

Así quedó en su noche de mentira: de cara al hueco, dormido, un poco idiota.


FV

miércoles, 25 de mayo de 2011

Pero la vieja

Mujer anciana, bastón en mano, vestido de harapos, lento tu andar.

Cubre tu cabeza un manto bien blanco, porque así el tiempo la quiso dejar.

Quisiera acercarme y preguntarte: ¿por qué a tu lado nadie llevas?

Mujer anciana, bastón en mano, vestido de harapos, lento tu andar.

Sólo observo tu rostro surcado, por huellas que el tiempo quiso pintar.

Con pasos muy lentos te alejas y vas. Pierdo tu andar al verte doblar.

Nada más que humo, en señal de lo que piensas. Y. por lo que leo, piensas: ¿qué estarán pensando los que arriba están? ¿qué estarán diciendo de nuestra forma de actuar?

Supongo ellos nos miran desde un ángulo especial, y pueden calificar lo que está bien y mal.

Cuidado hay que tener, cuidado al pensar, están descifrando lo atrevida que estás. EL FIN.


RS

martes, 24 de mayo de 2011

Sh

Te veo callado. Un respiro profundo y un suspiro das. No se qué te pasa, no lo dices, solo puedo imaginar.

Seguro lo que pienso jamás va a llegar a acercarse, un poco, a la tristeza que con vos llevás. Yo no digo que estés mal cuando callado estás. Es que tristes tus ojos me dicen que acá no estás.

Te vas en tus recuerdos, te vas a un mundo donde solo vas, caminando por un puente que por olas mojado está. Yo te estoy hablando, pero no sé si me escuchás.

Es que poco entiendo, no puedo adivinar; pienso no es tu culpa, es la mía si en mí no confiás.

Perdón te pido. No está bien que llore, pero te quiero y te quiero ayudar. Déjame sufrir contigo, no te niegues. No sabes por dónde empezar.


RS

domingo, 22 de mayo de 2011

Quieta

Hoy se murió Regina. 17 años. La materia, simplemente, ya no se mueve. Todo está quieto en el fin del mundo, puedo comprobar. Yo estoy quieto, ella está quieta, él está quietísimo. Una de las primeras veces que le hablé no me habló. Las siguientes contestó con un ruido y desde ahí lo tomé como algo normal. Siempre estaba buscando la mejor forma para caer mal. Conmigo, claro, jamás. Sabía, y ella sabía que sabía. Le gustaba ese juego de no preciso a nadie. Ellos sabían eso así que me dejaron y acá estoy, viéndolos cómo lloran por mí, que parece que estoy muerta. Idiotas, imbéciles, no entienden. Nunca van a entender. Siempre diciéndome cosas y preguntándome por qué. Le gustaba, también, esconderse en cualquier lado. Encontraba los lugares más increíbles en la casa. Y se quedaba quieta.


FV

viernes, 20 de mayo de 2011

Patalear en la tierra

Sonaron varios timbres al unísono, estaba alterada, alguien le abrió rápido y así pudo llegar a su madre a tiempo, sus gritos demasiado tentadores para que los vecinos no escucharan su desesperación:  ¿Por qué lo hiciste? ¡Mala! ¿Por qué ME lo haces? ME querés volver loca. ¿Por qué querés matarte? ¿Qué hago yo, qué hago si te morís? ¡NOOOO! Yo no quiero que te mueras, ¿estás loca? Te peleo, te odio ¡pero no te mueras!

Quién nos manda a escuchar a los vecinos.  Es morbo, curiosidad o necesitamos ser testigos de momentos decisivos donde podríamos encontrar alguna respuesta a las preguntas eternas, ansiando aprender, entender, por lo menos algo. Porque a quién no le pasó desear irse (una, muchas veces). Si pudo trascenderlo, sabe que quedarse siempre es valioso.  Aún sin querer, aún sin entender.


MC

jueves, 19 de mayo de 2011

¿Estoy?

Acabo de darme cuenta que puedo vivir en esta parte de la casa perfectamente, salvo que necesite algo de la cocina.  Hace tres horas que estoy acá hablando por teléfono, navegando, escribiendo.  Mi hija ni se entera; está estudiando con sus amigas. De repente pasa para el baño. Le hablo pero no me mira ni me contesta. En lugar de volver entra a mi cuarto, llama a su novio y le dice: “Me da cosa instalarnos en este dormitorio, pero voy a pensar como científica y dejarme de pavadas. Es el mejor cuarto de la casa, luminoso y amplio”.  Yo, intervengo con cierto enojo: “¿Què decís?  Es mi cuarto…”, y cuando voy a decir “son mis cosas” me doy cuenta de que está desordenado, con pilas de cajas cerradas y compruebo que ni me ven ni me escuchan.


MC

Té sin té

Gabriel Martínez Diáscolo toma el té todas las tardes. Lo que se sirve es un agua reforzada a medio camino entre hierbas recién arrancadas y polvos herrumbrosos sacados de frascos que hacía mucho tiempo no se usaban. A ella le gusta así.

Es que todas las tardes, un poco apurado, se viste con sus mejores ropas y sus mejores perfumes y sus mejores zapatos, que nunca son buenos, y pasa a buscar a su esposa por el trabajo. Siempre a las cinco en punto.

Los dos llegan al bar en silencio, se sacan los abrigos, arriman las sillas a las mesas de madera y hacen la seña al mozo. Sin hablar, reciben los saquitos de té. Sin hablar, toman.

Un día, Martínez Diáscolo no va a tomar té. Ese día no la mirará a los ojos.


FV

miércoles, 18 de mayo de 2011

Nunca le había parecido bien que Johnny escribiese una novela. Él era demasiado tonto para hacerlo, pensaba, y si por algún motivo llegaba a lograr publicarla y colocarla en las grandes vitrinas, lo único que estaría haciendo sería un mal. Un mal profundo pero sutil. O sea: de los peores. No podía permitírselo. Tenía que actuar. Debía encontrar la forma de que toda esa estupidez injusta terminara de una vez y para siempre. Sabía que tenía las condiciones para vencerlo, para tirarlo, para pasarle por arriba. Y todavía le quedaría resto para burlarse y desquiciarse. Era primavera. Estaba con ánimos para hacerlo, de eso no había ninguna duda. Lo único que necesitaba era empezar sin demoras. Cortando grueso. Directo al centro de su convicción; esa de que no estaba bien que Johnny escribiese una novela.

La novela de Johnny.


FV

Emilia llama

Qué pasó, que pasó, grita desesperada en el teléfono y solo escucha llantos, gritos inentendibles de Emilia, su empleada doméstica, y apenas puede entender “se murió, se murió”.

Corre por pasillos, escaleras, estacionamientos; maneja descontrolada pero llega y desde la esquina ve la ambulancia en la puerta del edificio de 28 apartamentos. Estaciona de cualquier manera y al bajarse provoca el comentario atónito de un vecino: “No miró, se bajó del auto como loca y el ómnibus que pasaba cerca del auto la mató”. 

Emilia, mirando desde la ventana del cuarto piso, todavía con el sabor salado de sus propias lágrimas, le dice a la bebé en sus brazos: “¡Qué horror! Se acaba de morir mi abuela y ahora tu mami tiene un accidente en la esquina”.  No se da cuenta de su protagonismo en el hecho.


MC.

lunes, 16 de mayo de 2011

Asiento libre

Todo pasa en un segundo. El asiento queda libre y el soliloquio empieza. “¿Me sentaré?”, es la primera pregunta. “No, ya te bajás”, respondo al toque. Pero no estoy teniendo en cuenta que vengo de trabajar, tengo sueño, estoy con hambre, estoy aburrido y, en realidad, todavía no me bajo; quedan seis o siete paradas. Así que miro al asiento con cariño paternal y al resto de los pasajeros con un poco de recelo.

—Ya me bajo.
—Sí, ya te bajás, no jodas.

—Pero ya ya me bajo.
—Pero ya ya me dijiste, pajero.

—En realidad, todavía no me bajo…
—Sí, ya te bajás, dejame de inflar las pelotas y callate.

Todo pasa en un segundo, sí, porque una vieja teatrera y con bufanda pone cara de cansada, se sienta y el asiento ya no está libre.


FV

sábado, 14 de mayo de 2011

Elefantes, boludos y ciegos

(Ponele música.)


Un elefante
Se balanceaba
Sobre la tela
De una araña

Como veía
Que no resistía
Fue a joder
A otro elefante.

Dos elefantes
Trataban de balancearse
Sobre la tela
De una araña

Como veían
Que era imposible
Fueron a llamar
A todos los que encontraron.

Todos los elefantes
Todos los del mundo
Ni siquiera intentaban
Balancearse

Como era imposible
Y no tenían tiempo
Fueron a joder
A otros boludos.

Muchos boludos
Se balanceaban
Sobre la tela
De la nada

Como no veían
Nada de nada
Pensaron que
Estaban todos ciegos.

Todos ya ciegos
Ya desesperados
Fueron a llamar
A los que quedaban

Como escuchaban
Algunas voces
Gritaron y pidieron
Por favor.

Nadie se escucha
Nadie a nadie
Y la tela
Ya no se rompe

Todos contentos
Los elefantes
Los boludos
Y los ciegos.


FV

viernes, 13 de mayo de 2011

Consuelo

, está bien, te tenés que ir a pegar una ducha, pero quién te consuela, habrá algo que alguna vez te vaya a poder calmar esa angustia de estar así de sucio, así tan lleno de porquería, con tu cuerpo que no te lo perdona y lo sabés y sabés lo que va a pasar así que no te hagas, porque sabés todo, estás consciente y hacés como que no y todos sabemos que sí y que vos y que ella y que él y que a veces no querés y que a veces no podés y que siempre es igual y que nunca entendés aunque sepas porque son cosas distintas decís sin ganas y después pedís y no te dan y te enojás y te vas y no volvés y no te importa y no importa nunca.


FV

jueves, 12 de mayo de 2011

Semicírculo


Y en un instante la serpentina los une.

Ninguno se entera. Unos gritan sin demasiada emoción: “¡El terremoto se los va a comer de nuevo, chilenos hijos de puta!”, y los otros hacen como que no escuchan y con sus camisetas blancas y azules siguen dándole al bombo y a la paciencia.

La atención está puesta en los muchachos que corren allá abajo, sobre lo verde de un estadio hecho metrópolis. Pero esa serpentina está volando, yo la veo, carajo. Es sólo una serpentina blanca que se desenrosca de repente y cruza el aire en un semicírculo demasiado modesto. Entre el océano de serpentinas lanzadas esta es única; por un segundo, englobadas en el arco que forma en el aire, las dos hinchadas aparecen juntas. Enseguida la serpentina se desmorona alrededor del banco de suplentes de Universidad Católica.


FV

miércoles, 11 de mayo de 2011

Es: sea


Cuando el espejo habla en las sombras, ningún pensamiento sobra. Analiza siluetas. El alma.

Querer evitar comprender no es la solución más fiel.

Algo dirá más que otro nada, el que estaba cubierto de palabras rápidas, escupidas por accidente.

Dudar, crecer, confiar, caer, todos los pasos marcados por un gigante invisible. No es el tiempo; ese es otro instrumento del viento.

Nacer, preguntar, creer, sufrir, todos los gajos del naranjo y no de su flor.

Tal vez sea el subir, tal vez sea el bajar, tantas escaleras para verte desde mi ventanal. Noche y día se complementan. Uno planea y otro realiza, aunque el plan provoque siempre lo mismo: esperar. Es que algún día te animarás y será el viento, uno al azar, que la brisa fértil te dará y tú serás flor frente a mi ventanal.


martes, 10 de mayo de 2011

Agua

Es una provocación, claro. Estoy viendo agua salir de la canilla. Y digo viendo porque estoy escondido; uso la puerta del baño como un escudo para ver salir agua de la canilla. Mucha agua, aclaremos, y yo husmeo como con hambre, como con hormonas fuera de lugar, como si estuviera muy caliente viendo agua salir de la canilla, de un grifo cualquiera de este planeta, de esta casa con paredes firmes y deseables desde todo punto de vista. No sólo la veo sino que la escucho con una nitidez que me hace pensar cosas. ¿Será que ella quiere ser escuchada? Por un segundo me digo que sí, y que estoy bien al hacer lo que hago. Que no me estoy escondiendo, que es apenas el juego anterior al momento en que la puerta deje de ser un escudo.


FV

lunes, 9 de mayo de 2011

Patalear en el aire

¿Quién nos habrá mandado a nosotros a escuchar a través del conducto del baño lo que estaba pasando en el piso de arriba, a esta piba pidiéndole a su madre que por favor no se muera, que aguante un poco más, que vomite esas pastillas, que las saque para afuera, que borre lo que hizo, que ojalá hubiera sido una buena madre, que por qué me hacés esto, que no ves que no tengo a nadie, que no ves que estoy sola, que cómo hago para seguir el día a día, que te odié siempre pero me muero si no te puedo pelear, si no te puedo pegar, si no puedo patalear, si no me puedo quejar a los gritos, que me muero si no puedo lastimarte, que me muero si te me morís, puta?


FV

domingo, 8 de mayo de 2011

Colonia

Una oscuridad pasea entre las grietas que hay en los adoquines de esta calle despoblada. No pensarías que la calle está toda rota, pero está. En realidad, no tenés indicios para darte cuenta, porque el nivel es parejo, está inclinada en bajada y la gente que la recorre parece fascinada por algo que cuesta encontrar. Pero algo hay, porque tal vez vos no precises una ciudad con aires de paraíso para desearla con todo, para querer verla todos los días de tu vida (aunque sea un ratito), para hablar con ella, para susurrarle cosas en los rincones o para que siempre te las susurre ella a vos. No precisás todo eso para que unas calles llenas de adoquines te hagan creer que tu casa podría estar acá, y que con suerte acá vos podrías ser, para empezar, feliz.


FV

sábado, 7 de mayo de 2011

Outlet

Siempre siento cosas. Siempre me puedo equivocar. Siempre me puede faltar la palabra que busco. Siempre puedo ser tímido y reservado. Siempre se puede pensar y no mostrar.

Nunca podemos dudar de las cosas que son de verdad. Nunca dejar atrás las cosas que tenemos.

Es bueno pensar, no dudar, saber asegurar, no olvidar, saber sentir, no tanto demostrar.
Por esto es que sólo yo sé quién soy y quién me hace ser. Por eso yo sé qué es lo que siento, recuerdo y me reservo. Por eso, tengo ganas de decir alguna cosa más de mí, alguna cosa fuerte y segura. Lo sé porque lo siento.

Siempre sentimos cosas, siempre nos puede faltar la palabra que buscamos, pero esta vez sé lo que siento y las palabras que necesito: lo mejor de mi vida, ustedes; mis amigos.


RS

viernes, 6 de mayo de 2011

Juicio final

“Se abrazan, y después se dan patadas y se odian.” Eso es lo que se le ocurre decir a la abuela antes de que empiece el partido. Lo dice sin maldad, sin bronca, sin saber. Ella no entiende mucho de fútbol pero sí de gestos y de brazos. Por eso es que cuando alguno de los que corre por la cancha hace una mueca de payaso, a la abuela se le ocurre decir, por ejemplo, que es espantoso de feo y que se vaya a arreglar esa cara. Y si a los jugadores se les ocurre saludarse antes de empezar, algunos apretando las manos y otros palmeando el hombro o rodeando la espalda con los brazos, el juicio de la abuela va a ser definitivo y el trío demasiado crudo, demasiado idiotamente de colección. Abrazo. Patada. Odio.


FV

La casa de afuera y el viento de los recuerdos

No sé por qué será, solo sé que no es justo. No poder saber lo que pasa, querer ver qué es pero nunca alcanzar ver nada.

Ampollas de manos vacías, oídos atentos pero sin escuchar ni un latido. ¿Qué?

Si es necesario volver atrás para volver a comenzar, lo tendría que seguir pensando. No estoy seguro de intentar. No es que quiera seguir solo, acá; es que pienso si mejor que esta soledad es algo que alguien fuera me pueda dar.

Si fuese sólo eso; si este no se qué fuera lo único, lucharía por eso, por lo que quiero pero sin sentirlo, sólo vivirlo con la vida. No importa que ya no sobreviva.

Si fuese sólo eso, sólo ese no entender nada, podría algún día dejar este lugar.


RS

miércoles, 4 de mayo de 2011

Podrá hacerme calmar

Poco a poco el fuego se va apagando. Recoger cenizas: eso es lo que espero de la vida.

Habiendo agotado toda llama, muere en silencio mi pasión y casi puedo ver el cielo con mi pecho.

Lo que hago no es lo que haría, y la lámpara empezó a llorar. Es que era tan linda desnuda. Un memento…y luego encontré al fin mis brazos, ellos que estaban perdidos, estaban contigo, abrazando tu corazón. Entonces, esa noche, mientras perdía mi cabeza, comencé a llorar por cosas que nunca había entendido y todo sin nunca querer abandonar este momento. ¿Acaso no ves? Esto es como una pintura; está tan repleta de sentimientos que se quedarán por siempre ahí. Pero yo estoy bien, tan solo, estoy pintando mi dolor.

De todas formas, es mentira. Hasta los pájaros cantan bajito.


RS

martes, 3 de mayo de 2011

Hilandera

No debe tener más de 30. Es bajita. Tiene las manos curtidas, como de hilandera. El ómnibus viene hasta las pelotas y yo estoy atrás de ella, sosteniéndome como puedo, haciendo malabares con la mochila y mirando lo que no debería mirar. Sí: le estoy mirando el mensaje que está escribiendo en el celular.

En casos como ese, en general, no miro. O mejor: miro y me desentiendo enseguida. Pero esta vez me quedé porque algo me cautivó. El ómnibus iba casi trepidando, así que las palabras las veía de a saltos. Pude distinguir, sin embargo, dos oraciones que me mantuvieron prendido todo el viaje: "...a veces me tratás como si fuera una pendeja..." y "...recién cobro el viernes...". Antes de bajarme, creo ver cómo la hilandera se detiene en una tal Ana Clara y borra un mensaje.


FV

O

Qué noche esta noche. Con puertas de incógnitas y tantas paredes de papel, no elijo todavía qué acción tomar,

si de una veloz patada la puerta o de tinta y falanges la pared.

Cortaste esta vena. Porque el sol es mucho más, da alegría y hace anhelar la libertad. Fluye sincero, feliz cuando lo es; triste, frío y oscuro cuando lo es.

Ocultas hay tantas cosas, pero no poder imaginarlas nos aleja aún más.

La llama quema e ilumina esta no…

—¡CORTE! ¡CORTE!

Le dolía la cara, ¡NO HA DE DOLERLE! Un golpe de esos no se enmudece rápidamente. Le duele lo que carga, ¡ESO YA SE VE! Buena suerte y hasta luego.

El pitufo se levanta, apoya la mano en la rama de su costado y busca mantenerse vertical. La rama se rompe. El pitufo se cae.


lunes, 2 de mayo de 2011

Bosque

Se sintió perseguido.

Caminando en bajada por la vereda, las hojas esparcidas por todas partes se le pegaban a los zapatos. El parque enrejado a su derecha le tensaba la mirada. Por mucho que lo intentaba, no podía escaparle a las sombras tenues de la penumbra, y los remolinos contradictorios que se batían entre sí subiendo por la calle lo ponían alerta.

Había pasado decenas de veces por esa calle. Nunca un problema, un contratiempo, ni una mísera dificultad. Y ahora esto, de golpe. Apuró el paso. Le faltaba para llegar, pero calculaba que ya habría cubierto la mitad del camino. Los quince minutos que le quedaban los haría con energía. Así que ya empieza a acelerar, ya a entrar en calor por el miedo, ya la mano que lo agarra desde la derecha, ya las rejas que desaparecen.


FV

domingo, 1 de mayo de 2011

Hojas a fines de abril

Y si algo te dijera que esas hojas en el suelo no bailan a causa del viento ni se iluminan por los focos ni forman esas figuras imposibles sólo por algún azar.

Y si algo te diera a entender que el motivo de que se topen unas con otras no es sólo que no tienen ojos o que no pueden oír o sentir.

Y si por un segundo pareciese cercana la posibilidad de que estas hojas de fines de abril no fueran apenas desprendimientos cancerosos de árboles asustados, y en cambio surgiera muy fuerte adentro tuyo la certeza de que están vivas, inexplicablemente vivas para sus cuerpos quebradizos e inmaduros.

¿Y si estuvieras seguro de que no sos vos que pateás las hojas mientras caminás por tu callecita semioscura?

¿Y si te están siguiendo?


FV