Una cuestión de tamaño

domingo, 22 de mayo de 2011

Quieta

Hoy se murió Regina. 17 años. La materia, simplemente, ya no se mueve. Todo está quieto en el fin del mundo, puedo comprobar. Yo estoy quieto, ella está quieta, él está quietísimo. Una de las primeras veces que le hablé no me habló. Las siguientes contestó con un ruido y desde ahí lo tomé como algo normal. Siempre estaba buscando la mejor forma para caer mal. Conmigo, claro, jamás. Sabía, y ella sabía que sabía. Le gustaba ese juego de no preciso a nadie. Ellos sabían eso así que me dejaron y acá estoy, viéndolos cómo lloran por mí, que parece que estoy muerta. Idiotas, imbéciles, no entienden. Nunca van a entender. Siempre diciéndome cosas y preguntándome por qué. Le gustaba, también, esconderse en cualquier lado. Encontraba los lugares más increíbles en la casa. Y se quedaba quieta.


FV

1 comentario:

  1. pienso, los acompaño en sentimientos, pero no, cuando estoy quieto como ahora , ni pienso ni siento, simplemente ser, sin pensar, sin pesar, sin penar, sin pesar levito, y las penosas palabras de la quieta inquieta me miran, y se quedan transformadas en flores, nunca se vió en el mundo un velorio en donde las flores las pusiera el aire, y ahí todos creyeron que ella era santa, todos menos yo, que ya sin mí, levitaba.

    La tierra ya no me atrae para nada.

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