Una cuestión de tamaño

viernes, 27 de mayo de 2011

Hueco

Entró entonces al cuarto y enseguida supo que no le habían mentido. El hueco estaba ahí, a la entrada, tan abierto, y él que no había creído que algo semejante pudiera ser cierto. Él que, en realidad, nada había pensado que pudiera ser cierto en su planeta de constelaciones medio quebradizas, tenía ahora este regalo venido justo en el centro de su noche de puños. Entornó la puerta y se sentó en el primer centímetro de piso que vio. El hueco seguía ahí y siguió ahí y siguió más todavía, hasta que él no supo cómo hacer para no cerrar los ojos, para estirar un rato más esa promesa que no se veía allá dentro del hueco pero que estaba, carajo que estaba.

Así quedó en su noche de mentira: de cara al hueco, dormido, un poco idiota.


FV

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