Una cuestión de tamaño

martes, 3 de mayo de 2011

Hilandera

No debe tener más de 30. Es bajita. Tiene las manos curtidas, como de hilandera. El ómnibus viene hasta las pelotas y yo estoy atrás de ella, sosteniéndome como puedo, haciendo malabares con la mochila y mirando lo que no debería mirar. Sí: le estoy mirando el mensaje que está escribiendo en el celular.

En casos como ese, en general, no miro. O mejor: miro y me desentiendo enseguida. Pero esta vez me quedé porque algo me cautivó. El ómnibus iba casi trepidando, así que las palabras las veía de a saltos. Pude distinguir, sin embargo, dos oraciones que me mantuvieron prendido todo el viaje: "...a veces me tratás como si fuera una pendeja..." y "...recién cobro el viernes...". Antes de bajarme, creo ver cómo la hilandera se detiene en una tal Ana Clara y borra un mensaje.


FV

2 comentarios:

  1. Me gustó. Pero no voy a hacer un comentario intelectual de análisis que es lo que espera este blog.

    Después de leerlo pienso en que hoy en el trabajo defendí la lectura de los mensajes y libros ajenos en el ómnibus. Siempre leo los mensajes que mandan los que van a mi lado. También leo libros de todo tipo.

    La lectura es un derecho y en el bus es compartida.

    (:

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  2. nunca pude leer en los ómnibus, leer libros, leer palabras digo, pues leer gestos si, se aprende y se corrobora lo aprendido, leer verdes, azules,rojos negros amarillos de la vitalidad del cutis, leer los pequeños derrames subcutáneos en la zona de "la boca de tigre" que muestra que la persona está tomando el veneno para ratas recetado por su médico... leer el dorso de las manos, las uñas, el alcoholismo de sus ancestros, la herencia, el evitable futuro casi determinista casi determinado... leer leo, sí... pero libros sólo una vez, iba leyendo "el retorno de los brujos" (del que luego encontré una mejor traducción para su título cambiando "brujos" por "chamanes" y mejor aún cambiarlo por "Hombres medicina" o "magos blancos") ... se sentó al lado mio no la chica preciosa que yo esperaba que se sentara noséparaquépueseramuytímido sino un pequeño anciano muy bien vestido... me señaló el libro... dijo sus autores que ahora no recuerdo... sonrió misteriosamente y desapareció facilmente hacia la puerta y desapreció de mi vista y de mi vida dejándome el libro, que ya tenía en mis manos, también en mi corazón, ávido de misterios Divinos, Verdaderos, me dejó en el Camino, me lo confirmó.

    PCB

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