Una cuestión de tamaño

viernes, 20 de mayo de 2011

Patalear en la tierra

Sonaron varios timbres al unísono, estaba alterada, alguien le abrió rápido y así pudo llegar a su madre a tiempo, sus gritos demasiado tentadores para que los vecinos no escucharan su desesperación:  ¿Por qué lo hiciste? ¡Mala! ¿Por qué ME lo haces? ME querés volver loca. ¿Por qué querés matarte? ¿Qué hago yo, qué hago si te morís? ¡NOOOO! Yo no quiero que te mueras, ¿estás loca? Te peleo, te odio ¡pero no te mueras!

Quién nos manda a escuchar a los vecinos.  Es morbo, curiosidad o necesitamos ser testigos de momentos decisivos donde podríamos encontrar alguna respuesta a las preguntas eternas, ansiando aprender, entender, por lo menos algo. Porque a quién no le pasó desear irse (una, muchas veces). Si pudo trascenderlo, sabe que quedarse siempre es valioso.  Aún sin querer, aún sin entender.


MC

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sólo se publican comentarios que hayan sido firmados.