Tengo la carne gorda; insensible al tacto, repulsiva a la mirada, deformada, con agujeros donde no debería haberlos, con llanura donde no debería haberla, siempre lista para recibir el trato que no recibe porque nadie la necesita, porque todos encuentran siempre carne mejor que la mía, que es así de roja y así de prescindible, y que no provoca ni asusta sino que solo pasa y se aleja y no vuelve, porque mi carne no es mi carne, al menos no la carne que yo recuerdo haber tenido cuando creía que mi carne era así de hermosa y apetecible, no como ahora, no como esta densidad apenas manipulable que llevo a todas partes y que preferiríamos que no llevara porque entonces el mundo sería un lugar más digno de ser vivido.
Yo sigo con mi carne a cuestas.
FV
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sólo se publican comentarios que hayan sido firmados.