- ¿Si? ¿En qué puedo ayudarlo? - Preguntó. Más que con amabilidad, con costumbre.
- Sonría, por favor. No necesita hacerlo ahora. Sólo le pido que lo haga cuando usted lo decida. Con una sonrisa en el día sería suficiente. – Le respondió un hombre ya anciano.
La respuesta lo tomó por sorpresa. Se irguió. Inclinó algo su torso hacia atrás y se sonrío casi burlonamente. Y cuando se disponía a sacar conclusiones de todo aquello, el hombre le dijo:
- Gracias. – Dio media vuelta y se fue. Así como había llegado. Sin decir más.
Se desdibujó su sonrisa casi burlona, y su rostro se relajó por completo.
Ahora sonreía ampliamente.
Nunca más volvió a ver a aquel hombre. Nunca se preguntó, siquiera, por lo que ocurrió aquel día. Nunca más, sus días volvieron a ser iguales.
RB
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sólo se publican comentarios que hayan sido firmados.