Un muchacho toca timbre a la puerta de mi casa. Es joven, morocho, con pelo largo escondido debajo de una gorra sucia. Abro, empiezo a preguntarle qué quiere y casi sin darme tiempo a terminar dice “ropa, y si no algo de comer”. Le digo que espere y cierro la puerta. Levanto la vista. Se me da por mirar un poco y qué bronca: un televisor, dos mesas de cerejeira, seis sillas, nueve cuadros, dieciséis fotos, dos huevos de pascua, dos candelabros, un revistero, una alfombra peluda, un felpudo, dos sillones, dos muebles (de cerejeira), un dvd, almohadones bordados, portarretratos, velas con forma de manzana y de planeta, una libreta de anotaciones, dos lámparas, un tablero de ajedrez, un coche de bebé, cuatro paredes impecables, un aire demasiado respirable.
No puedo darle cuatro galletas a punto de vencerse.
FV
Hola Fede!
ResponderEliminarNo me tomé la molestia de contarlas una a una. Sólo pegué el texto en WORD (de Microsoft) y la aplicación indicó que había 135 (¡y no 140!).
Saludos, Julio